Noviembre 2006 Archives

Colonización

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Entraron sin hacer ruido. Tan sigilosa fue su aparición como difícil nos resulta recordar la primera vez que comimos "en un chino". Las primeras veces era la novedad, lo exótico, lo que nos atraía de esos restaurantes. Más tarde, subyugada la efervescencia de los primeros rollitos de primavera, nos dimos cuenta de que el menú era comida "normal"(*) y nuestras motivaciones para acudir se centraban en una más que digna relación calidad (o más propiamente, cantidad)/precio.

Luego fueron los bazares, las tiendas de todo a cien. Surgieron como setas, todos a la vez y sin que nos percatáramos. Eso sí, acatamos su presencia y su papel en nuestra cesta de la compra con toda naturalidad. Tal vez fue la asunción del euro lo que provocó, por motivos monetarios y de márketing, la pérdida de vigencia de las clásicas tiendas de "todo a cien", propiedad de ciudadanos españoles. Quién sabe. Lo que sabemos con certeza es que su irrupción fue voraz, basándose en una política de precios bajos tal que nos incitaba a la adquisición de productos que no eran en absoluto de nuestra necesidad. Aunque con reservas, claro: los objetos ornamentales, de dudoso gusto y que en algunos casos nada tienen que ver con la cultura oriental ¿?. Actualmente, tras la ocupación de una importante cuota de mercado y la desorientación que sigue provocando el euro, han optado por una política de aumento de precios, lo que no ha conllevado un aumento en la calidad de los productos; de las cuatro ó cinco docenas de bolígrafos que he comprado en diversas tiendas de esta índole, no he conseguido escribir con ninguno. Eso sí, para horadar hojas son ideales.

Lo último es lo más alarmante: los bares. Pero no bares "chinos", ni de temática oriental, no. A diferencia de los otros tipos de locales antes mencionados, son bares genuinamente españoles. Ni siquiera se han molestado en cambiar la decoración ni el nombre. Los bares de toda la vida, ésos en los que los jubilados juegan a las cartas o al dominó, lo más arraigado a nuestra cultura, son ahora regentados por ciudadanos amarillos. Y no son casos aislados; ahora lo díficil es encontrar un "barman" con barba de tres días y mondadientes en la boca.

Tras esto último, deberíamos empezar a preocuparnos. Si han conseguido invadir lo más sagrado... qué será lo próximo?!?


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(*) Obviamente, si atendemos a las numerosas leyendas urbanas elaboradas en torno a este tipo de locales, el calificativo de "normal" pierde fuerza.