Ha quedado más que demostrado que seguimos viviendo en un país tercermundista. Un país donde sus más insignes cerebros deben emigrar por falta de oportunidades y donde las mayores preocupaciones de la ciudadanía se concentran en el fútbol y en la prensa rosa.
Una ilustración muy evidente de este hecho son los informativos de las televisiones, sin duda por su inmediatez y su gratuidad los más seguidos por las masas; noticias de sucesos, con todo lujo de detalles (número de puñaladas, edades de los hijos vilipendiados, etc.) y amplísimo despliegue de la información deportiva (o cuasideportiva).
En este caldo de cultivo no es de extrañar la situación de caos que está viviendo la ciudad de Barcelona. Muy penoso es el caso de los trenes de Cercanías, rozando el esperpento, y produciendo un perjuicio al ciudadano difícilmente mesurable, no sólo a nivel económico. No sé ustedes, pero yo me estreso sobremanera esperando el transporte público mientras soy consciente de que voy a llegar tarde por culpa de dicha espera.
Lo más grave, indigno de un país civilizado en el siglo XXI, sucedió hace un mes. Como recordarán, un apagón debido a una serie de infortunios dejó sin luz a media ciudad. Los accidentes suceden, casi siempre hay algún responsable, pero no hay que darle más vueltas. En este caso concreto, lo inaceptable fue la demora inconcebible en la restauración del servicio, con el obvio menoscabo en el transcurso natural de la rutina de los ciudadanos afectados. En nuestra sociedad, me atrevería a decir que por desgracia, no podemos prescindir del fuido eléctrico. Y mucho menos 24 horas, o los 3 días que tuvieron que soportar un número considerable de abonados.
No es por defenderla, pero tengo la convicción de que la compañía eléctrica tenía la firme voluntad de desfacer el entuerto, aunque sólo fuera pensando en las indemnizaciones que se le vendrían encima. Y más viendo el monumental enojo de los siniestrados.
Es una empresa presumiblemente privada, pero descaradamente orientada por el Ministerio de turno. Por tanto, este calamitoso incidente, unido a las recalcitrantes infracciones ferroviarias, ha puesto de relieve el deplorable estado de las infraestructuras en Catalunya. La obsolescencia en las obras públicas se extiende por doquier.
En el fondo, las protestas acerca del déficit fiscal existente entre la Comunidad Autónoma Catalana y el resto del Estado no se redactan únicamente en los foros nacionalistas. Esta grave carencia de inversión en Catalunya es una consecuencia de ello. Ver el estado de las infraestructuras (será por eso por lo que Barcelona es un decorado excelente para algunas producciones cinematográficas) es argumento suficiente.
Sin embargo, creo que los principales culpables son los políticos autóctonos, sean del partido que sean, más preocupados por cuestiones nacionalistas que a ninguna parte llevan, que por los auténticos problemas de sus votantes.
Qué bien por aquel apartado que alcanza relacionar una información muy restaurada y, muy importante igualmente, ventajoso para toda fecha. Otra vez puedo recapacitar que sobre el procedimiento de estos temas no hay nada anónimo, y que se consigue lograr poseer una casino de caritativa eficacia textual en todo lo que a métodos de adelanto, documentación, accesorios hacia asentir la averiguación, en fin. Se acotación por parejo que tiene un gran adeudo con el tesis de los temas y que renuncia escaso al albur como se indica, porque sus textos en ordinaria son suficiente continuos y hacen la oposición en todo lo que a averiguación de estas materias. Por socorro, persigan anunciar así referido a visas para eeuu.