En un afán altruista sin precedentes, voy a permitirme el lujo de facilitar la tarea a la materia gris de los inventores profesionales, cuyas proezas a menudo no son reconocidas y en cambio suponen un descomunal incremento en nuestro bienestar, describiendo tres posibles inventos, inéditos hasta la fecha según mis noticias. O en su defecto, plantearé las necesidades para que esas privilegiadas mentes encuentren el óptimo artilugio.
1er invento.
Verdad que resulta un engorro, tener que levantar y bajar la tapa del WC en función de si su uso va a ser masculino o femenino, o si la expulsión en cuestión se va a realizar en postura plantígrada o posando las posaderas? Los riñones de muchos ya no están para excesivos trotes y creo que no costaría demasiado instalar un botoncito, a una cómoda altura, que suba y baje la tapa. No considero que con este mecanismo el riesgo de accidentes aumente muy por encima del sistema de tracción manual actual.
2o invento.
Estamos en verano y entre nuestras frutas favoritas para estas fechas se encuentra la sandía. Roja por dentro, verde por fuera, húmeda y refrescante... y con centenares y centenares de pepitas. Si los japoneses han ideado un sistema mediante manipulación genética para que esta fruta salga en forma de cubo (de los hexaedros de toda la vida, de los que no sirven, por definición, para acarrear agua) y de esta forma facilitar su disposición en las estanterías de los supermercados... por qué no les quitan las dichosas pepitas? O por qué no inventa alguién algún gadget para quitarlas automáticamente y con soltura, sin tener que escupirlas cual metralleta?
3er invento.
Muchas veces la urgencia nos desborda y, una vez dentro del cuarto de baño y cuando nos disponemos a iniciar la faena, nos damos cuenta de que nos hemos olvidado el elemento imprescindible de lectura que distraiga nuestro cerebro mientras otros músculos situados en las antípodas realizan su función. Cual es la solución más habitual, el recurso más utilizado por todo ser humano? Leer la etiqueta del champú. A menudo no logro explicarme cómo no somos todos los ciudadanos unos expertos en la composición y las aplicaciones del champú, tanto que nos hemos instruido al respecto. Para dedicar el poco tiempo que leemos, y que me perdonen los que redactan las etiquetas del champú, a algo más interesante, propondría que las botellas de dicho producto adjuntaran textos relacionado con otros temas: alguna novela breve, artículos periodísticos, cartas al director... incluso cómics, las posibilidades son enormes. Esto supondría un aumento en el precio, por el tema de los derechos de autor y esas cosas, pero creo que todos saldríamos ganando; o al menos saldríamos del baño un pelín más cultos.
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