En el lejano planeta Celedonia habita una raza muy particular: los Bie Hoss. Su procedencia original es un auténtico enigma, si bien de todos es sabido que la forma que tienen de propagarse es mediante la absorción del cuerpo y la mente de individuos de otras razas. Para alcanzar su objetivo, para dominar de manera parasitaria a la otra especie, únicamente requieren tiempo, muchos años e incluso lustros, pero su innegable ambición y su enorme paciencia les permite integrarse en el interior de sus víctimas con un porcentaje de fracaso prácticamente nulo.
Físicamente son endebles y tienen una elevada tendencia a la adopción de enfermedades. Además, en muchos casos, su capacidad intelectual también se halla seriamente mermada. Sin embargo, estas deficiencias son suplidas por su agrio carácter, sus ansias de poder y su gran número; en este último aspecto, es necesario recalcar que estamos ante la raza más numerosa de todo el planeta, lo que unido a una fortaleza que aumenta en cada generación y a la negligente actitud del resto de razas, provoca que la amenaza que suponen deba ser tenida en cuenta.
El trabajo no existe en su cultura; por consiguiente, el ocio les consume de tal forma que el aburrimiento residual les conduce a seguir conductas absurdas para el resto de mortales. Por ejemplo, el visionado de construcciones o un extraño juego de fichas con puntitos constituyen un irresistible pasatiempo para ellos.
También les agrada erigirse en legítimos invasores de los transbordadores interurbanos; las trifulcas reiteradas con el piloto les supone un apasionante reto en su cotidianidad y un estímulo irrefrenable a sus más bajos instintos. También disfrutan exhibiendo su aparente debilidad física ante situaciones que sólo los Bie Hoss consideran injustas, para luego, con el enemigo con las defensas bajas, mostrar su verdadera faz y atacar sin cuartel al Ho-Beng o al Xabb A'lin más desprotegido que osa toparse en su camino. Esto demuestra la belicosidad que subyace en su frágil apariencia.
Son peligrosos los Bie Hoss. Y cada vez son más. Y lo peor de todo es que el resto de razas estamos predestinados; si no fenecemos en la lucha, acabaremos irremediablemente siendo uno de ellos.
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