En los últimos años, la condición de homosexual parece una ídem sine qua non para presentar un programa de televisión. Como lo es para ser tenista (que no tenisto) profesional.
Tal vez sea porque poseen cierta complicidad y una manifiesta afinidad con el público femenino (audiencia mayoritaria, no nos engañemos, de los programas que presentan). O tal vez porque hacen gala de una gracia y un desparpajo carentes totalmente en el prototipo de macho ibérico. O quizá, sin darle más vueltas, porque lo gay está de moda.
Especialmente clamoroso es el caso de Telecinco. Todavía guardamos frescos los recuerdos de sus inicios, orientados a atraer a una estupefacta y necesitada audiencia masculina. Difícil será olvidar, para bien o para mal, aquellas ilustres Mamachicho, cuyo disco duro sólo albergaba memoria para una triste canción, o aquellas veladas de nuestro añorado "Pressing Catch", que tanto disfrutábamos a pesar de ser conscientes de estar tragándonos un sublime fraude.
Muy pronto las cosas cambiaron. Nos adentramos en la era de lo políticamente correcto y las asociaciones feministas no podían tolerar que Chicho siguiera tocando. Pero en lugar de trasladarnos a un punto justo en el centro del eje del sexismo, fuimos más allá y aparecieron cual invocación los hombres-objeto. A pesar de todo, la situación estaba más o menos equilibrada hasta la irrupción de aquellos que proclamaban con jactancia y jolgorio su ramalazo. Entonces, gracias a una mezcla de morbo por aquello que es tabú y de una tolerancia maquillada como progre, muchos salieron del armario.
Maricas hay de muchos tipos. Hasta el punto de que todavía quedan algunos dentro del armario, aunque parezca mentira. Centrándonos en los periodistas-actores-vedettes que lucen su palmito en la caja tonta, podríamos establecer cinco categorías:
5. La loca "apuntodedesmelenarse".
Le falta poquito para airear a los cuatro vientos su homosexualidad. Sus gestos y su atuendo lo delatan, pero todavía no se atreve a dar el salto fuera del armario y se mantiene en programas serios, aunque se ocupen de temas tan frívolos como la información meteorológica.
4. La loca "reciénsalidadelhorno".
Ya ha superado el primer trámite, ha dejado de presentar programas pretendidamente serios y trabaja de lo que le gusta: marujear, cotillear y comportarse como una auténtica verdulera.
3. La loca "metrosexual".
La categoría más admirada por las resignadas mujeres, mantiene el tipo a la hora de contener su innata expresividad femenina, aunque en ocasiones no puede evitar manifestar su condición, para frustrar todavía más a sus seguidoras.
2. La loca "genuina".
De una inteligencia y simpatía aceptables, es demasiado evidente que disfruta más hablando de Rociíto y Belén Esteban que de Ronaldinho y Fernando Alonso. También se empeña en recordarnos su condición de loca desorejada continuamente. Eso sí, rara vez recurre al trasvestismo.
1. La loca "reivindicativa".
Travesti cuando le apetece y exhibicionista casi siempre, su indudable inteligencia ha optado por cambiar su dignidad por unos cuantos euros. Ha llevado su ostentación de lo gay hasta el paroxismo. Aunque tal demostración no le ha privado de magrear miembras del sexo opuesto, escudado en sus tendencias presumiblemente fuera de toda duda.
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