En el sur de Sudán, cerca de la frontera con Uganda, gran parte de la población autóctona asegura haber visto en alguna ocasión un extraño personaje; alto, encorvado, casi jorobado, de piel grisácea y ataviado únicamente con un escueto taparrabos.
Pero lo más extraño no es la brevedad de su indumentaria, y menos por aquellos lares. Muchos testigos aseguran haber oído cómo la criatura emite unos graznidos semejantes a los de un pato silvestre. Es huraño, solitario y nadie ha logrado acercarse a él. Sin embargo, es conocida por todos los del lugar su afición por refrescarse en las aguas del Nilo. Sus chapoteos y sus llantos de ánade son escuchados en casi toda la región. Además, se le atribuye la muerte de numerosos cocodrilos que han aparecido brutalmente asesinados a las orillas del río.
Por su aspecto estrafalario y sus estrambóticas costumbres, a este enigmático ser se le conoce como el Hombre Pato.
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