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Death Proof

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Justo en una peli con coches como protagonistas, Tarantino se ha quedado sin gasolina. Death Proof, como ustedes sabrán, consiste en el 50% de un proyecto medio frívolo medio nostálgico junto a su inseparable Robert Rodríguez llamado Grindhouse.

Sobre el acierto del proyecto tengo sentimientos contradictorios. Por una parte, todas las ideas originales y atrevidas, aquéllas que rompen con los cánones hollywoodienses, me parecen interesantes. Y, sin duda, Tarantino y Rodríguez hacen gala de las gónadas suficientes para llevarlas a cabo. No obstante, no nos engañemos, por muy enormes que sean las dimensiones testiculares de estos dos sujetos, el hecho de contar con una legión de fans compuesta de cinéfilos novicios, frikis contradictoriamente alternativos, amantes del gore e individuos aún en estado de shock tras la mutilación auditiva perpetrada por Michael Madsen en Reservoir Dogs, este hecho repito, junto al favor, incomprensible a veces, de la crítica, supone un quitamiedos excelente para lanzarse al vacío que supone emprender una producción que cualquier productor cinematográfico nos rechazaría sin dudar al resto de terrícolas.

Por otro lado, siempre es deseable una mejor calidad en las películas. El 50% de Rodríguez, llamado Planet Terror, sin ser excelente, cumple el propósito de entretener a todo aquél que sabe qué tipo de película va a ver. Es más, reconozco que el gore agridulce de Rodríguez me sigue pareciendo gracioso.

Pero Death Proof no es, artísticamente hablando, tolerable. A los fans INCONDICIONALES (sí, en mayúsculas) de Tarantino les habrá encantado, porque contiene los dos ingredientes básicos de la coctelera del director, diálogos y violencia, y a su más puro estilo. Precisamente por esto, notamos cómo la fórmula que tan bien ha funcionado (en media docena de películas solamente, eso sí) empieza a perder frescura. Le sucede como a un equipo de fútbol que juega muy bien y siempre gana, pero en todos los partidos juega igual. Al final sus rivales se aprenden de memoria su estilo y ya no le resulta tan fácil la victoria.

Parece que a Tarantino, para dotar de éxito su película y, simultáneamente, seguir cultivando su status de director de culto, le basta con los siguientes componentes en su fórmula:
a. Que en los créditos aparezca el nombre de Quentin Tarantino. Imprescindible.
b. Que el mismo señor Quentin Tarantino aparezca en un papel secundario, obligatoriamente de talante cómico, para el deleite orgásmico de unos fans incapaces de valorar cualquier don interpretativo.
c. Inclusión de personajes/elementos de producciones anteriores, así como una estrella mítica del celuloide semiolvidada (John Travolta, David Carradine, Kurt Rusell) y descubrimientos de nuevos talentos los cuales, segurísimo, se convertirán en cotizadísimas estrellas a partir de ahora.
d. Diálogos surrealistas, alrededor de una mesa o dentro del coche, sin ninguna trascendencia para la trama pero interesante para el trabajo de campo de contrastar cuántos "fuckings" puede exhalar una boca humana.
e. Violencia, aunque más sutil y con más moderación (lo que no implica "mejor") que la que usa Robert Rodríguez para dotar de identidad a sus obras.

En su última película, el de Knoxville, Tennessee, usa y abusa estos elementos hasta el paroxismo, pero prescindiendo de una premisa para todo cineasta: la necesidad de contar una historia.
No creo que suponga un spoiler el afirmar que en Death Proof no sucede nada. Sólo hay diálogos y persecuciones (menos) y choques y encontronazos al estilo Chase HQ (más). Además, los que disfrutamos en su momento con las reflexiones acerca del Like a Virgin en Reservoir Dogs o de los establecimientos McDonald's en Europa en Pulp Fiction, no podemos sino abominarnos ante el escaso carisma de los diálogos, absurdos, sin interés ni gracia y, sobre todo, eternos; centrados más en relatar las vivencias sexuales de las protagonistas (las cuales nos interesan más bien poquito) que en realizar aportaciones a nuestra cultura pop.

Está bien que de vez en cuando permitirse homenajes a ítems de nuestra cultura adolescente, como hizo con Kill Bill, pero eso siempre debe subyacer en un estrato formal, estético. No es suficiente para concebir una obra redonda.

La gasolina, es decir el talento, se le ha agotado pronto al señor Tarantino.

Agónica espera

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Prison Break

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Fue todo muy deprisa, demasiado para alguien tan poco aficionado a las series como yo. No me confieso como un devorador de series, ni mucho menos. Antes lo era menos, ahora tampoco lo soy tanto. Debo reconocer que la posibilidad de poder visionar los capítulos a través del Dvd ha sido determinante; nunca me ha gustado estar sujeto a las veleidades de los programadores televisivos, ni a la dictadura de los cortes publicitarios. Esta antigua situación era, a grandes rasgos, lo que me retraía.

La cosa ha cambiado. Poder ver cuando se te antoje, cuanto se te antoje es muy atractivo. Sobre todo en aquellas series con cierta continuidad argumental entre capítulos. Porque para mí, las series son eso, una serie de acontecimientos que, hilvanados, componen un hilo argumental. No me hacen gracia aquellas en las que, al final del capítulo, para no crearnos desasosiego, todo vuelve como al principio, a la normalidad, por muy sugerente que sea el planteamiento o los personajes.

Y ahí radica el éxito que han tenido para mí series como Lost, Heroes o la que nos ocupa, Prison Break.

Me habían hablado bien de ella y yo estaba en una situación de pseudoorfandad tras el final de la segunda temporada de Perdidos. Así que, rompiendo la tendencia que me llevaba a visionar únicamente series de ciencia ficción, y prescindiendo del prejuicio acerca de las historias de fugas de prisiones, me decidí a intentarlo. Tenía toda la primera temporada en Dvd, así que las condiciones eran las óptimas.

Ya en los primeros capítulos, se rompe con el tópico antes mencionado de las historias de presos. Te das cuenta de que va a ser una historia diferente. O tal vez no, es posible que lo de meter a un tío con un mínimo de seso entre tanto troglodita entre rejas sea una fórmula infalible. El caso es que con Prison Break funciona.

La de los tatuajes es una idea muy brillante, muy destacada al principio pero infrautilizada más adelante. Da la sensación de que se vuelven a acordar del bloc de notas del plan de Michael Scofield al principio de la segunda temporada. Pero por otro lado, si explotas demasiado las buenas ideas, pueden correr el riesgo de dejar de serlo.

Otro gran logro de esta serie es la definición tan precisa de los personajes, algo fundamental en cualquier historia. En pocos capítulos están perfectamente caracterizados y conocemos perfectamente su forma de ser y actuar, lo que no está exento de poder llevarnos más de una sorpresa: el recalcitrante mafioso con sentimientos Abruzzi; el repugnante T-Bag, para mí el mejor personaje de la serie, un villano ambiguo que en algunos pasajes me recuerda a Gollum (llámenme friki si lo desean); el noble y mártir Sucre, un hombre con principios, bueno, con un sólo principio, la nota acaramelada de la historia; el terrible Bellick, solterón que vive con su madre y que en la segunda temporada cambia totalmente el rol, lo que aumenta sin duda el atractivo de su personaje; y la doctora Tancredi, que se ve involucrada sin comerlo ni beberlo y que constituye la heroína (o especie de) de la historia.

Los personajes de "fuera" quizá no enganchan tanto, no nos sentimos tan identificados con ellos. La trama que "circunda" las peripecias de los reclusos también es interesante, pero no es lo que le da tan buena nota a la serie. Lo que nos atrae, nos conquista en definitiva, es indudablemente la trama dentro de la prisión.

Somos perfectamente conscientes de la fórmula que utilizan los guionistas en este tipo de series: incluso en los capítulos más intrascendentes, donde no parece suceder nada, existe el recurso de dejar un acontecimiento inesperado y a veces inconcluso para el final, de manera que nos cree la necesidad imperiosa de visionar el siguiente capítulo. Nosotros lo sabemos, pero igualmente mordemos el anzuelo.

Empecé a ver Prison Break mientras esperaba la emisión de la tercera temporada de Perdidos. Pronto me dispondré a ver la tercera de Perdidos mientras espero la tercera de Prison Break.

El Origen del Chándal

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Si no me falla la memoria, éste fue el primer gag donde apareció el personaje de Alfredo Di Stéfano (más adelante, simplemente Di). Corría el año 90 y debo reconocer que, después de escuchar sus intervenciones en el programa radiofónico, parodiando sus comentarios con José Ángel de la Casa, me moría de ganas de que lo sacaran por la tele. La espera mereció la pena.

En la imagen congelada, pueden ustedes observar las rocas en reproducción:

Decadencia

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El sector inmobiliario no es el único que sufre una grave crisis en este país. El sector musical también; al menos, a nivel creativo. Porque a nivel financiero, a base de imponer cánones leoninos y de acribillar al oyente de los Cuarenta Principales con un surtido muy selecto de canciones de entre las miles potencialmente escuchables, desgraciadamente no les debe ir tan mal.

Yo quiero uno!!!

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Ránking de locas

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En los últimos años, la condición de homosexual parece una ídem sine qua non para presentar un programa de televisión. Como lo es para ser tenista (que no tenisto) profesional.

Tal vez sea porque poseen cierta complicidad y una manifiesta afinidad con el público femenino (audiencia mayoritaria, no nos engañemos, de los programas que presentan). O tal vez porque hacen gala de una gracia y un desparpajo carentes totalmente en el prototipo de macho ibérico. O quizá, sin darle más vueltas, porque lo gay está de moda.

Especialmente clamoroso es el caso de Telecinco. Todavía guardamos frescos los recuerdos de sus inicios, orientados a atraer a una estupefacta y necesitada audiencia masculina. Difícil será olvidar, para bien o para mal, aquellas ilustres Mamachicho, cuyo disco duro sólo albergaba memoria para una triste canción, o aquellas veladas de nuestro añorado "Pressing Catch", que tanto disfrutábamos a pesar de ser conscientes de estar tragándonos un sublime fraude.

Muy pronto las cosas cambiaron. Nos adentramos en la era de lo políticamente correcto y las asociaciones feministas no podían tolerar que Chicho siguiera tocando. Pero en lugar de trasladarnos a un punto justo en el centro del eje del sexismo, fuimos más allá y aparecieron cual invocación los hombres-objeto. A pesar de todo, la situación estaba más o menos equilibrada hasta la irrupción de aquellos que proclamaban con jactancia y jolgorio su ramalazo. Entonces, gracias a una mezcla de morbo por aquello que es tabú y de una tolerancia maquillada como progre, muchos salieron del armario.

Maricas hay de muchos tipos. Hasta el punto de que todavía quedan algunos dentro del armario, aunque parezca mentira. Centrándonos en los periodistas-actores-vedettes que lucen su palmito en la caja tonta, podríamos establecer cinco categorías:

5. La loca "apuntodedesmelenarse".

Le falta poquito para airear a los cuatro vientos su homosexualidad. Sus gestos y su atuendo lo delatan, pero todavía no se atreve a dar el salto fuera del armario y se mantiene en programas serios, aunque se ocupen de temas tan frívolos como la información meteorológica.

4. La loca "reciénsalidadelhorno".

Ya ha superado el primer trámite, ha dejado de presentar programas pretendidamente serios y trabaja de lo que le gusta: marujear, cotillear y comportarse como una auténtica verdulera.

3. La loca "metrosexual".

La categoría más admirada por las resignadas mujeres, mantiene el tipo a la hora de contener su innata expresividad femenina, aunque en ocasiones no puede evitar manifestar su condición, para frustrar todavía más a sus seguidoras.

2. La loca "genuina".

De una inteligencia y simpatía aceptables, es demasiado evidente que disfruta más hablando de Rociíto y Belén Esteban que de Ronaldinho y Fernando Alonso. También se empeña en recordarnos su condición de loca desorejada continuamente. Eso sí, rara vez recurre al trasvestismo.

1. La loca "reivindicativa".

Travesti cuando le apetece y exhibicionista casi siempre, su indudable inteligencia ha optado por cambiar su dignidad por unos cuantos euros. Ha llevado su ostentación de lo gay hasta el paroxismo. Aunque tal demostración no le ha privado de magrear miembras del sexo opuesto, escudado en sus tendencias presumiblemente fuera de toda duda.

La Cultura según Antena3

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Son las 20:34. Hace un minuto ha dado comienzo el espacio concurso "Pasapalabra" en Antena3. En las promociones del mismo en la propia cadena y en la prensa se anuncia su comienzo a las 20:15. "Sólo" 19 minutos de "lag" para un programa que apenas dura 25 (corte publicitario incluido). Lo peor no es la mentira ni el engaño; lo peor es mentir sobre algo flagrante y objetivamente demostrable. Si no fuera porque es obvio que su único criterio es el comercial, a costa de desinformar y desorientar al paciente telespectador, diría que son unos sublimes tarugos. Pero no, son muy, muy listos.

Como lo demuestran sus informativos. Más que informar de lo que pasa en España y en el mundo, se dedican a promocionar ferias, exposiciones y espectáculos teatrales. Los estrenos cinematográficos de los viernes entran dentro de la categoría de noticia? Y no se conforman con hacer mención una única vez. Los niños de Sri Lanka dando brincos y aporreando cubos de hojalata en el teatro más lúgubre de Madrid son dignos de aparecer en titulares, en un avance en medio del programa y ocupar su espacio correspondiente en la sección ¿cultural?. Por no mencionar el avance del intermedio de Los Simpson.

Porque aquí es donde yo quería llegar. Ayer ofrecieron un amplio reportaje sobre el espectáculo "Kami-nari" de Yamato en el Teatro Albéniz. Muy interesante, si no fuera porque lo presentan como una primicia cuando hace unas semanas que dejaron Barcelona. Y entonces lo mencionaron? Si me interesara el espectáculo y me tuviera que fiar de la información que me brinda Antena3, tendría que desplazarme un porrón de kilómetros para verlo cuando la Ciudad Condal me queda más cerquita. Es un ejemplo más. Con el musical "Fama", lo mismo, lo presentaron como un gran acontecimiento, cuando hacía dos años que había sido un éxito rotundo en Barcelona.

Lo mismo pasa con las ferias y exposiciones. Madrid es una ciudad espléndida y con una oferta cultural abrumadora, pero les aconsejaría a los señores de Antena3 que se dieran una vuelta por el resto del Estado, que abandonen ese centralismo absurdo que no hace otra cosa que inducirles a ofrecer información caducada. O es que en otras ciudades los promotores teatrales no pagan por salir en los informativos?

Hispanofilia Animada

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Ya somos mayores, aunque nos cueste reconocerlo, aunque nos aferremos a los recuerdos de nuestra infancia como un estéril intento de impedir el paso de los años. Cuando ese renacuajo nos llama "señor", o peor aún, cuando esa adorable ancianita nos trata de usted, nos damos cuenta de que por muy jóvenes que nos sintamos interiormente, las arrugas, las canas y los michelines delatan que conocimos a Naranjito.
Hasta hace poco nos creíamos invencibles. Nuestra superioridad física e intelectual sobre nuestros humildes progenitores nos otorgaba la supremacía generacional. Sin embargo, no reparamos en el hecho de que el progreso tecnológico (y con él, aspectos como la educación o el ocio) crecía exponencialmente y tal circunstancia concedía a la generación venidera una ventaja insalvable, sobre todo si nuestras armas consistían en discos de vinilo o las 48k del Spectrum.
Nosotros, que teníamos que consultar tomos y tomos de enciclopedias, para luego limitarnos a copiar las definiciones casi textualmente, nos vemos ahora en el brete de lidiar con ciberadictos. No es justo.
Pero sobre todas las cosas, hay una evidencia que denota la superioridad de los niñatos de hoy en día sobre los incipientes carrozas de nosotros: los nombres de los personajes de dibujos animados.
Los críos de ahora son capaces de memorizar los infinitos Pokémons o corregirte cuando intentas vocalizar el nombre de un personaje de Dragon Ball. Para nosotros, Ozora Tsubasa es simplemente Oliver Aton y somos incapaces de decir correctamente Shin Chan. Eso por no mencionar a los Teletubbies.

Traducir los nombres de los personajes forma parte de nuestra cultura. Nuestra generación ha crecido con Epi y Blas, no con Ernie y Bert. No conocemos a Ernie ni a Bert! El bendito que tradujo los nombres (unos apelativos originales no demasiado complejos, todo sea dicho) tuvo la visión de conservar las iniciales para que los más despiertos infantes no se cuestionasen sobre las enormes letras "E" y "B" que presidían las cabeceras de sus camas. Por cierto, conjeturas sobre su cada vez menos dudosa vida sexual aparte, cómo podían armar esas pedazo de camas cada noche en la sala de estar?
Siguiendo con los muñecos de Barrio Sésamo, tenemos a Kermit y Piggy. Los que compartimos el Tigretón o el "Mi merienda" (seguro que lo recuerdan, un bollo con una minibarrita de chocolate con leche; un Bollycao en dos piezas, vamos) con la rana Gustavo guardamos un recuerdo tan hondo en nuestros corazones que no logramos aislar el nombre de Gustavo de la ranita. Algo parecido sucede con el nombre de Lucas y el Pato homónimo (Daffy Duck para los anglófilos). A pesar del escaso esfuerzo a la hora de traducir el nombre de Peggy, igualmente nos perdimos el juego de palabras original. Eso sí, también nos marcó, porque cada vez que oímos ese nombre, nos guste o no, lo relacionamos con una cerdita...

Las numerosas series de la Hannah Barberà también crearon escuela en este arte. Salvo excepciones como Magila o Yogi, nombres ya bastante simplones como para no suponer excesivo reto a nuestras perezosas mentes, muchos personajes fueron vilmente rebautizados. Los Flinstones se llamaron los Picapiedra. Como no nos gustaba llamarles Fred y Barney, los traductores-censores de la época (aquel día se ganaron el jornal) optaron por algo más castizo y nos los presentaron como Pedro y Pablo. Su alter ego espacial, los cuales no cuajaron como los prehistóricos aunque eran igual de malos, los Jetson, los convirtieron en los Supersónicos.
Un servidor tenía debilidad por el Lagarto Juancho, Wallygator para los guiris (otro juego de palabras que perdimos, mecachis!). Tenía el mismo rol que Magila Gorila, cambiando la Pet Shop de Peebles por el parque zoológico. Y, como le pasaba a Don Gato (Topcat), compartía enemigo con el Oso Yogi: el guardabosques era primo del oficial Matute, hermano del vigilante del zoo de Juancho. Otros personajes célebres fueron Leoncio el León y Tristón (Lippy The Lion & Hardy Har Har), nada que ver; Pepepótamo y So-so, en los que al menos conservaron el nombre del mono y la esencia del juego de palabras del paquidermo: Peter Potamus and So-So... Recuerdan el "grito huracanado"?; y qué me dicen de Squiddly Diddly? por estas latitudes conocido, gracias a los dioses, como Manotas.
La relación es inmensa: Woody Woodpecker fue el Pájaro Loco; el insufrible gato Heathcliff fue Isidoro; de las ardillas Chip & Dale nos quedamos con el nombre de la primera y a la segunda le llamamos simplemente Chop. Curioso.
No quiero ni pensar en las atrocidades que hubieran consumado los adalides de nuestra querida lengua al traducir ciertos nombres: "Homero Simpson"? "Bartolo"? Lo siento, se me ocurren pocos casos más; apenas tengo tiempo para disfrutar de los dibujos animados de ahora, y los pocos que veo son víctimas de los mismos traumas de mi niñez: Calamardo, Patricio, El señor Cangrejo...

Las colinas tienen ojos

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Acabo de descubrir horrorizado, paseando por estas webs-de-diós, que está a punto de estrenarse (en los EE.UU., of course, en España no tenemos tanta prisa) el remake de Las colinas tienen ojos, una de las primeras películas del grandioso y entrañable Wes Craven.

Web oficial

En ésta, el señor Craven es sólo productor, por supuesto, como lo es el señor Sam "full-time-Spiderman" Raimi en el también detestable e innecesario remake de la maravillosa Posesión infernal.

Ignoro la repercusión de la película original, allá por el año 1977 (por cierto, buena cosecha!); lo que sí sé es que, a pesar del paso del tiempo, sigue siendo bastante visible. De hecho, nos queda la sensación de que en su momento debió de ser bastante original; quizá no al nivel de La matanza de Texas o El exorcista, grandes competidoras por ver cuál de las dos acapara más versiones i/o imitaciones. La historia de Las colinas tienen ojos puede parecer ahora insulsa y cotidiana: la típica familia acomodada americana se queda sin coche en medio del desierto y es asediada por un grupo (también familia) de mutantes. Sin embargo, es muchísimo más entretenida que los bodrios actuales cuyo único fin es promocionar el consumo de palomitas entre los teenagers.

Sin duda, el panorama del cine de terror de hoy en día es muy desalentador. Nos quedaba la esperanza del cine japonés, por su exotismo; desgraciadamente el inesperado éxito comercial está destrozando su enorme talento, debido a la sobreexplotación de las mismas ideas brillantes. Aparte de eso, algo digno como Saw y su secuela, y poca cosa más. Las mismas torturas, psicokillers plagiándose los unos a los otros, fantasmas incongruentes... hasta los guionistas tienen que recurrir a los cómics y los videojuegos!!!

Eso sí, si finalmente el bueno de Ash se enfrenta a Freddy y Jason, ya pueden apostar quién irá a contemplar tan egregio duelo el día del estreno...

TV Themes

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Tal vez los americanos no hayan inventado ni la religión, ni la democracia, ni siquiera el fútbol, pero les ha bastado cuatro series de lo más tontaina para idiotizarnos sobremanera...

goldengirls.jpg
Thank you for being a friend
Traveled down the road and back again
Your heart is true your a pal and a confidant.
And if you through a party
Invited everyone you ever knew
You would see the biggest gift would be from me
And the card attached would say thank you for being a friend.

Chocokrispies atragantados

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Aberraciones Periodísticas, Capítulo I:
El Informativo matinal de Antena3.

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Sigo siendo de esa rara especie que solamente puede sintonizar siete canales en su aparato de televisión, dos de ellos autonómicos. Esta circunstancia, que rozaría la categoría de desgracia, se convierte en tal cuando un cúmulo de condiciones me conduce a visionar cada mañana, allá por las siete y media, el informativo de Antena3.

Lo conducen una chica vasca, con una tendencia a torcer el labio cuando habla que removería los nervios al cyborg más impasible, y un mocetón de la escuela U.R.D.A.C.I., gallego y, por si quedaban dudas, apellidado Fraga.

Bastante tienen ambos con la condena de madrugar sustancialmente más que sus compañeros de los informativos diurnos y vespertinos, para que encima tengan que repetir y reciclar los mismos reportajes que conformaron el puzzle de los noticiarios del día anterior. Exprimir el trabajo de un periodista concentrado en dos minutos, mañana, tarde y noche (y a veces se cierra el círculo con una nueva emisión matinal) es lo que hace Antena3. Lo demás, tonterías.

Mención especial merecen los otros dos personajillos que con penas y sudores intentan justificar su jornal con una cuota de pantalla difícilmente mesurable en minutos.

La chica de los deportes es nuestra queridísima Lola Hernández. Siempre con su sonrisa equina cuando gana su Madrid o cuando Robinho hace un regate en un entrenamiento. Lo peor que pudo haber hecho el equipo de sus amores es fichar a un jugador de nombre tan impronunciable como Beckham. Siempre sonriendo, siempre tan feliz esta muchacha, a pesar de su asesor de imagen...

La siguiente imagen me pone como al Último Guerrero con su baile de San Vito:
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Y nuestro favorito, el del tiempo. El chico de las zapatillas deportivas (also known as bambas, playeros, tenis, playeras...) a juego con su cinturón, sin importar el color: que tenemos que salir por la tele con un cinturón naranja? Ningún problema, total, quién va a ver el tiempo a las siete de la mañana? Si, de hecho, la audiencia presta más atención a los mapas, a pesar de que en éstos siempre aparezca indicado el sol con nubes y unas gotitas por debajo... ambigüedad, para asegurar el tiro, más que nada. Ambigüedad, una palabra que iría al pelo a nuestro protagonista si no fuera porque cuando nos deleita con la exposición de su cinturón color rosa nos saca de toda duda.

Aprendamos, aprendamos de meteorología con nuestro amigo Alberto:
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Sol en el sur y lluvia en el norte... asombroso!!!


Pues sí, amigos, si vieron ustedes algún informativo de Antena3 durante el día, no esperen conocer nada nuevo en el matinal del día siguiente. Siempre pueden jugar con su pareja o compañero de piso a adivinar el color del cinturón de Alberto o de las gafas de Lola. Eso sí, mucho cuidado, no se vayan a atragantar con los chocokrispies!!!

Pasión de Gavilanes

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La serie colombiana "Pasión de Gavilanes" coincide con el horario laboral de un servidor, así que me resulta imposible seguirla (a esto hay que añadir mi aversión natural por las series). Es algo que no lamento en absoluto. Sin embargo, a diferencia de la serie de marras, quien les escribe sí disfrutó de vacaciones durante el pasado mes de agosto y pudo descubrir de qué se trataba.

Cuando acudía a casa de mis progenitores a comer, coincidía la sobremesa con el visionado, rutinario en aquella casa, de dicha serie. Mi atención hacia ella era ínfima; no obstante, me permitió percatarme de algunos detalles sociológicamente interesantes:

i) considerar a los actores como tales es un insulto al noble arte de la interpretación. Su capacidad interpretativa es equiparable a la de un colibrí con paperas. Eso sí, son muy guapos/as todos/as.
ii) la canción de cabecera se ha convertido en un megahit del verano. Incluso en cadenas de la competencia te venden la melodía para el móvil.
iii) el espacio dedicado a cada capítulo durará una hora y media. De ese tiempo, diez minutos del comienzo se dedican a recordar lo sucedido en capítulos anteriores; hay dos cortes (por lo menos) para publicidad de veinte minutos (mínimo) cada uno; y el último cuarto de hora sirve para mostrar un avance del próximo capítulo. Resultado: nos quedan veinticinco minutos de novedades, de evolución argumental. Veinticinco minutos aderezados de una retórica sublime pero escasamente expeditiva, lo que entorpece la agilidad del desarrollo de los acontecimientos.

En definitiva, que han vuelto. Los tiempos cambian, pero la fiebre por los culebrones, la cual ya causó estragos con fenómenos sociales como "Los ricos también lloran" o "Cristal", es algo muy difícil de erradicar.

Acerca de Ben Stiller

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Al bajarme del autobús, he visto en la parada el póster de la secuela de "Los padres de ella" (o como diantres se llame), y me ha dado por pensar en la carrera cinematográfica de Ben Stiller (porque si pensara en la de Bobby De Niro, por ejemplo, se me congestionaría el tráfico neuronal).

Antes de diseccionar a Stiller, permítanme recordar a esos dos monstruos, en el peor y el mejor sentido, que son Dustin Hoffman y Barbra Streisand. Grandes los dos, especialmente el primero. Para homenajear a la Streisand, nada como evocar aquel corte histórico de nuestro idolatrado Carlos Pumares: "Barbra Streisand es la leche, es la de dios, pero guapa... guapa, NO!!! es bizca y nariguda!!!". Que hay que dejar las cosas claras, leñe!

Confieso que Ben Stiller no me cayó bien al principio. La primera película que vi de él (conscientemente) fue la floja "Algo pasa con Mary", la cual me defraudó por completo. Los Farrelly habían puesto el listón muy alto con la gloriosa "Dos tontos muy tontos". El personaje de Stiller, siendo presuntamente lo más cómico de la cinta, no acabó de persuadirme. Y los gags, aún reconociendo que tenían algo de ingenio, apenas lograron elevarme una sonrisa.

Sin embargo, en los últimos tiempos se ha redimido. Es cierto que ha pasado a ser una superestrella; no hay más que ver la cantidad de proyectos que rueda al año, de los cuales, al tratarse al 95% de comedias, no me invitan demasiado a comprar la entrada. Pero aún así, conserva algo de personalidad. Combinando batacazos como "Hombres misteriosos" (una gran decepción a pesar de compartir cartel con los magistrales y dosificados secundarios, esta vez disfrazados de pseudoprotagonistas, como William H. Macy y Hank Azaria, y el malo malísimo de Casanova Frankenstein interpretado por Geffrey Rush) y "Envidia" (una pequeña decepción del amigo Barry Levinson), ha triunfado en otras películas como "Starsky y Hutch" (bastante penosa, pero con chistes muy dignos), "Zoolander" (dirigida por él mismo y una de las películas más críticas y corrosivas que se pueden ver en los últimos tiempos) y "Cuestión de Pelotas" (divertidísima, con cameos espectaculares).

También quiero recordar una película dirigida por él y protagonizada por el ilustre Jim Carrey, "Un loco a domicilio", que se vendió muy mal en su momento, aprovechando el tirón de la máscara del Carrey, y que ofrece mucho más que las muecas del susodicho.

Pues bien, Ben Stiller ha acabado cayéndome bien. No porque sus chistes me hagan especial gracia, ya he dicho que las comedias no son mi género predilecto. Me cae bien el personaje por su afán (intencionado, presumo) de crítica a ciertos aspectos de la sociedad occidental, y su mordacidad rayando lo políticamente correcto (eso sí, sin sobrepasarse, que es americano). Lo disfraza todo de comedia y se lo sirve a un público más numeroso cada vez. Como casi todos los genios de este arte debe intercalar sus ideas con otros proyectos más lucrativos, pero es algo perdonable. Sin ir más lejos, Coppola dirigió aquel engendro donde Robin Williams era un niño que crecía muy rápido, y cuyo nombre no recuerdo, y su prestigio permanece intacto.

Frío en Soria

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Qué frío han pasado los futbolistas del Real Madrid esta tarde en los Pajaritos! Si es que debería haberse suspendido el partido! Es inconcebible que unos trabajadores, que se ganan el pan (o el Ferrari, lo mismo da) en pantalón corto, tengan que aguantar tales condiciones infrahumanas!!!

...

Qué pasa, que los futbolistas del Numancia no pasan frío? Son robots o qué?

Pantomimas modernas

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Todavía recuerdo con nostalgia una etapa televisiva de la vida de mi generación. Recuerdo aquellas mañanas de los fines de semana, que una emisora privada de reciente creación nos aliñaba con combates de lucha libre americana, de "Wrestling", o como ellos bautizaron y nos inculcaron a los adeptos, "Pressing Catch".

Aunque algunos ya habíamos vivido en nuestras carnes la perturbadora experiencia de la aparición de nuestro primer vello corporal, apenas éramos unos críos. No obstante, esta circunstancia no era obstáculo para que nos diéramos cuenta de que, todos los batacazos, estrangulamientos, patadas en el hocico y sillazos varios que se repartían aquellos adictos al gimnasio, eran una absoluta farsa. Habían luchadores "buenos" y "malos", los primeros recibían los aplausos y los segundos los abucheos de un respetable totalmente entregado. Nosotros, desde una gran distancia que las ondas de Telecinco y los comentarios de Héctor del Mar y José Luis Ibáñez (por dónde andarán...) reducían considerablemente, éramos partícipes del juego y, conscientes de nuestro papel, seguíamos la corriente.

Fueron dos ó tres años, ya no recuerdo, en los que el Pressing Catch estaba absolutamente de moda. Luego desapareció, de repente. Cada generación tiene varias modas, unas que van sustituyendo a otras más antiguas, pero que sirven al menos para poder recordarlas con el paso de los años y compartir esos recuerdos con los que las convivieron.

Si empiezo a evocar todos aquellos personajes que nos deleitaron con sus fingidos trompazos y sus llamativos disfraces, no terminaría nunca: Jimmy "Estaca" Dugan, Rick "Modelitos" Martel, Míster Perfecto, los Sacamantecas, el Último Guerrero, "Terremoto" Earthquake, el Enterrador, el Barbero, "Malas Noticias" Brown, el Marinero Tarugo...

En algunos casos, mejor no saber qué habrá sido de ellos...

Hollywood

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Debe ser duro ser actor/actriz famoso/a. Más allá de la dictadura de la agenda o del asedio de los fans, lo más difícil son los temas del corazón. Sí, de acuerdo, ya es un asunto suficientemente dificultoso para el resto de los mortales, pero en el caso de los VIP's hay que añadirle una complicación adicional. Y no es otra que el imperativo, llamémoslo tácito si ustedes lo prefieren, de que la pareja pertenezca al mismo estamento en la escala de la popularidad. Si no fuera así, cómo justificaríamos que casi el 99% de los famosos cuenten con un cónyuge también famoso?
Muchos pueden evocar el "dios los cría y ellos se juntan". Tan aplicable como la mayoría de los refranes. Lo cierto es que tales romances dan la impresión de que no son más que una mera extrapolación de los papeles que interpretan en las películas. Que ese efímero amor tocará a su fin cuando acabe la promoción de la película o cuando él o ella trabajen "intensamente" con otro/a artista durante las semanas que dure un nuevo rodaje.
Es sintomático que, salvo honrosas excepciones, ningún miembro de este clan se case y tenga prole con la novia de toda la vida, aquella compañera de instituto guapa y esbelta que nada tiene que envidiarle a las más rutilantes estrellas. No se da el caso y las probabilidades de que algo semejante sucediera deberían ser altas. Por algo será.

El acontecimiento más esperado

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Por fin juntos en escena! Después de tantísimos años esperando, ya podemos disfrutar del dúo de la risa por antonomasia: Juanito Navarro & Quique Camoiras!

"A mi mujer la aguantas tú", toda una declaración de intenciones.
En el Teatro Real de Madrid, hasta el 9 de mayo.

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Si es que nos lo pedía el cuerpo!!!


Canción del día: Think it Over - The Cars

La "seis"

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Es un fenómeno curioso, al menos. Mucha gente, especialmente aquel sector de la población que ya acumula unos cuantos años de existencia, tiende a relacionar las distintas cadenas de televisión con el número de canal que tiene asignado en su televisor. Por ejemplo, la Primera Cadena de nuestra queridísima Televisión Española, la tele de todos, sería "la uno". La Segunda, obviamente y tal como pregonó la propia emisora en su momento, "la dos". También hay consenso general en asignar a Telecinco el botón número 5 del mando a distancia.

Sin embargo, existen discrepancias autonómicas. Los que no viven en una Comunidad con televisión autóctona, destinaron el número 3 a nuestra idolatrada Antena3. O bien, los que sintonizan un solo canal autonómico, y ese número tres ya estaba ocupado, le concedieron a la simpática cadena privada el número 4 de su aparato. Pero Telecinco, siempre el cinco, inexorablemente. Ya lo hicieron con ojo sus fundadores, a la hora de decidir el nombre de la cadena, reservando ese bonito número en el dial de los televidentes e ignorando la crueldad de sus posibles rimas.

Es por eso que puede existir confusión cuando sales de tu comunidad y haces alusión, medio en broma, medio movido por la inercia, al canal "seis". Muchos pensarán que estás hablando de Canal +.

Canción del día: Let my love open the door - Pete Townsend

La Pasión de Cristo

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Muy pocas películas tienen hoy en día la capacidad de escandalizarme. En el buen sentido. Hay demasiadas películas que me escandalizan por lo malas que son, pero ése es otro tema. Nos pueden sorprender por un guión brillante, por unos espectaculares efectos especiales, por una soberbia interpretación de los actores, etc.

La Pasión de Cristo sorprende especialmente por otra cosa. No recuerdo ninguna otra ocasión en que lo haya pasado tan mal en una sala de cine, y durante un lapso de tiempo tan prolongado. Porque esta película es un sinvivir de principio a fin. Poco importa lo creyente que seas. Bueno, sí que importa, pero no quiero enfocarlo desde ese punto de vista. Yo, que no soy creyente, que considero a Jesucristo como un personaje más de la historia, sufrí muchísimo durante las dos horas de proyección. Tanto por la crudeza de las imágenes como por la crueldad de la condición humana que se refleja.

Parece exagerado. Tal vez lo sea. Desde luego esta película no va a cambiar mi concepto ni el de la mayoría de gente acerca de la figura de Jesucristo. Es un mero entretenimiento, algo para pasar el rato y comentarlo después con los amigos. Lo que sí es cierto es que el hecho de que una película te produzca esas sensaciones mientras la estás viendo, de dolor, de sufrimiento, de rabia (repito, a mí me pasó y eso que "Chus" no me merece excesivas simpatías), dice mucho en favor del señor Gibson, mensajes subliminales aparte.

Canción del día: Heart like a wheel - The Human League